
“La era de las postergaciones, de las acciones ineficaces, de las medidas paliativas y desconcertantes, de las dilaciones, está llegando a su fin. En su lugar, estamos entrando en un periodo de consecuencias.”
Palabras ciertas dichas por el estadista e historiador británico Winston Churchill en 1936. Churchill hacía referencia a una tormenta sin procedentes cernida sobre Europa continental en la década de los 30, producto de los cambios climáticos ocurridos en la Tierra. Pronunció estas palabras lleno de impaciencia por la ignorancia de los ingleses, quienes se refutaban a creerle. No cabe duda de que, ante ojos sabios, tenía razón si uno se da cuenta de las consecuencias a las que se refería y que trajeron repercusiones a nuestros días.
Entonces, surge una interrogante en mi mente: ¿Por qué el hombre siempre espera a que pase algo terrible como para recién actuar? El mayor problema de la lucha contra el calentamiento global es la falta de apoyo a la misma, por lo que las personas que no toman acción son las mismas que se condenan en el futuro. Uno no toma conciencia ya sea por la conveniencia de vivir sin saber lo negativo y lo desastroso, por la pereza de hacer algo al respecto, o porque simplemente esa información esencial e importante no ha llegado a sus oídos.
La primera razón por la que creo que el hombre es, irrefutablemente, el causante directo de los cambios inadecuados en el ambiente y no se rectifica, es porque, a pesar de saberlo, no tiene un cambio pro-ambiental. En otras palabras, aunque hayan muchas advertencias mediante avisos publicitarios o pruebas existenciales, el hombre no hace mucho porque puede afectarle negativamente, sí, pero a un nivel socio-político. Tomemos por ejemplo el caso del cuidado de árboles en Haití y en República Dominicana: si se observa una imagen panorámica de la frontera entre estas dos naciones, se podrá observar que Haití apenas está poblado por árboles entre sus montañas. En cambio, República Dominicana está formada por montañas verdes sobre-pobladas de árboles frondosos.
¿Conclusión? Teniendo en cuenta que tienen un conjunto de políticas diferentes, la manera en la que tratamos a nuestros ecosistemas es una cuestión política; y defender una actitud pro-ambiental depende de nuestro fuerte social, de la fuerza con la que la impongamos, de la persistencia con la que no se deja abatir por los ignorantes e incrédulos. La conveniencia juega un papel importante en las decisiones personales de una persona.
Segunda razón: siguiendo con la idea de personas que saben sobre el problema, éstas rehúsan hacer algo al respecto porque implicaría que ellos hagan algo por salvar a la Tierra, por un bien en común. Es más fácil no pensar ni creer en la crisis climática porque sino el solo porcentaje de la población creyente demandaría la toma de acciones contra la destrucción del planeta, haciendo que la misma idea pase de persona a persona y tanto la demanda como las medidas crezcan a la efectividad.
Finalmente, está la razón de la ignorancia: no es exactamente la falta de información sobre el calentamiento global y sus efectos lo que la causa, sino la falta de información verídica que ataque a la información falsa, la cual aclama que el problema ambiental no es real, peligroso y que nosotros no somos responsables en ninguna manera. Tuve un caso personal que hace un buen ejemplo a este motivo: descubrí que un tío piurano de parte de padre creía que la situación del calentamiento global no era más que mera ficción. Le pregunté sus razones para decirme aquello: simplemente dijo que todo era invención de los norteamericanos y Hollywood. ¿Cuál es la principal consecuencia de la ignorancia? Errores. Y está en nuestras manos informar a los que no están enterados de lo que sucede con tanta vehemencia y que está por seguro de que no nos traerá buenos resultados.
Para resumirlo, tenemos dos faltas contra nuestra propia humanidad y toda la creación de Dios: Primero, obramos contra su naturaleza y el curso natural de los elementos que la conforman. Segundo, no hacemos nada para remediar estas obras o, aunque sea, suavizar el impacto de la actividad humana. Las razones no son excusa para lo que hemos causado a nuestro planeta, nuestro único hogar, cabe resaltar. Lo más triste es que, aún tengamos todas las pruebas, no tomaremos conciencia verdadera hasta que pase algo que nos afecte directamente a cada uno de nosotros. Y para entonces ya será muy tarde.